Hoy viernes, día maravilloso que da inicio al fin de semana, vinieron a mi mente recuerdos fugases de mi época de Enseñanza Media que poco a poco se tornaron más intensos. Reviví con algo de nostalgia muchos momentos agradables vividos en aquellos años como por ejemplo las conversaciones en los recreos con mis amigos Mario, Celindo y Nelson donde tratábamos de arreglar este mundo que según nosotros esta al revés, los campeonatos de gatos (#) que improvisábamos para distraer la mente en los cuales la mayoría de las veces salía victorioso, las clases con el profe de Filosofía que le daban otra perspectiva a nuestros puntos de vista bastante sesgado por la preponderante formación científica que teníamos, el maravilloso mundo microscópico que nos fue revelado gracias a unos irrisorios microscopios que para ser sinceros eran una simples lupas, o aquella primera aproximación con el mundo de la computación en un antiguo Sinclair ZX80 el cual conectado a un viejo televisor nos asombraba con la gráfica de la curva del seno y coseno que se construía gracias a un simple programa hecho en Basic el cual quedaba registrado para la próxima clase en un antiguo cassette de música.
Luego, se hizo más presente en mis recuerdos las clases que estaban a cargo de un profesor que a parecer de muchos era diferente, lo que se traducía desde mi perspectiva actual en una incomprensión por parte de sus colegas y alumnos, entre los cuales me incluyo. Incomprendido quizás como lo fueron muchos genios que nos ha regalado la historia ya que su visión de la vida a la luz de los hechos no encajaba con la realidad del resto de la comunidad estudiantil. Muchas veces la clase simplemente no se realizaba o una parte muy mínima cuando la hora del recreo ya se acercaba, pues en lugar de transferir su conocimiento a los discípulos presentes en el aula se prestaba para tener una muy amena conversación la que transitaba entre la realidad y un mundo imaginario del cual el era el único artífice. La mayoría de las veces luego de su clase el tema de conversación con mis amigos era tratar de dilucidar cuanta parte era ficción o cuanta realidad del relato que el profesor nos había regalado, y si bien no había una regla de proporción estoy seguro no me equivocaría en decir que era 80-20.
Esto le trajo más de un problema ya que los compañeros inquietos que hay en todo curso aprovechaban la ocasión por lo que muchas veces hacía y deshacían en clases al amparo de un profesor que no aplicaba el rigor de otros. También recibía críticas, pues para muchos no estaba cumpliendo cabalmente con su función de docente, consecuencias que seguramente en más de alguna ocasión se han notado en mis relatos anteriores. Pero él fiel a sus principios nunca dio su brazo a torcer y mantuvo con futuras generaciones su perspectiva de hacer docencia.
Luego de recordar y pensar me he dado cuenta que tuve el privilegio de compartir en mis años de juventud con un Quijote Contemporáneo. El personaje creado por Cervantes se había materializado frente a nuestras narices y ninguno tuvo la capacidad de aquilatar aquella maravillosa experiencia. Ahora que recuerdo sus amenas charlas y la intensidad que había en su relato se me ha revelado esta realidad, es increíble pero las semejanzas son muchas para ser una simple coincidencia.
No tengo intención alguna en convertirme un su Sancho, pero quizás en algún momento tenga la oportunidad de compartir nuevamente con este hombre que es un verdadero personaje y robarle el relato de alguna de sus tantas desventuras.
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