
Luego, se hizo más presente en mis recuerdos las clases que estaban a cargo de un profesor que a parecer de muchos era diferente, lo que se traducía desde mi perspectiva actual en una incomprensión por parte de sus colegas y alumnos, entre los cuales me incluyo. Incomprendido quizás como lo fueron muchos genios que nos ha regalado la historia ya que su visión de la vida a la luz de los hechos no encajaba con la realidad del resto de la comunidad estudiantil. Muchas veces la clase simplemente no se realizaba o una parte muy mínima cuando la hora del recreo ya se acercaba, pues en lugar de transferir su conocimiento a los discípulos presentes en el aula se prestaba para tener una muy amena conversación la que transitaba entre la realidad y un mundo imaginario del cual el era el único artífice. La mayoría de las veces luego de su clase el tema de conversación con mis amigos era tratar de dilucidar cuanta parte era ficción o cuanta realidad del relato que el profesor nos había regalado, y si bien no había una regla de proporción estoy seguro no me equivocaría en decir que era 80-20.
Esto le trajo más de un problema ya que los compañeros inquietos que hay en todo curso aprovechaban la ocasión por lo que muchas veces hacía y deshacían en clases al amparo de un profesor que no aplicaba el rigor de otros. También recibía críticas, pues para muchos no estaba cumpliendo cabalmente con su función de docente, consecuencias que seguramente en más de alguna ocasión se han notado en mis relatos anteriores. Pero él fiel a sus principios nunca dio su brazo a torcer y mantuvo con futuras generaciones su perspectiva de hacer docencia.
Luego de recordar y pensar me he dado cuenta que tuve el privilegio de compartir en mis años de juventud con un Quijote Contemporáneo. El personaje creado por Cervantes se había materializado frente a nuestras narices y ninguno tuvo la capacidad de aquilatar aquella maravillosa experiencia. Ahora que recuerdo sus amenas charlas y la intensidad que había en su relato se me ha revelado esta realidad, es increíble pero las semejanzas son muchas para ser una simple coincidencia.
No tengo intención alguna en convertirme un su Sancho, pero quizás en algún momento tenga la oportunidad de compartir nuevamente con este hombre que es un verdadero personaje y robarle el relato de alguna de sus tantas desventuras.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario