domingo, octubre 14, 2007

Y el hombre... Probre.... probre.

Hay golpes en la vida, tan fuertes ...
¡Yo no sé! Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufridose empozara en el alma... Yo no sé!

Son pocos; pero son... Abren zanjas obscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán talvez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre... Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vividose empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!






En mi vida había escuchado el nombre de Cesar Vallejo, simplemente por esas coincidencias de la vida llegó a mis manos un libro de bolsillo con algunas de sus poesías. Ocurrió en una reunión - retiro que efectuamos con algunos compañeros de trabajo donde el objetivo era pensar en el futuro, y en la pausa acordada para relajar las neuronas, lo tomé prestado de uno de mis compañeros.

Aún pienso si realmente fue buena idea pues si el objetivo era relajarse, al leer su poesía lograba todo lo contrario. Me era muy difícil poder darle alguna interpretación a los sentimientos que a través de sus palabras deseaba él transmitir, hasta que en un momento llegué al primer poema (es bueno aclarar que nunca comienzo un libro de poesía por el inicio) y me caló en el alma. Lo leí y releí mil veces y cada vez lo encontraba más bello y más cruel, me estremecía el dolor y sufrimiento concentrado en aquel poema y quizás en parte yo también le trasmitía a él mi sufrimiento empozado.

Hay sufrimientos tan fuertes que difícilmente se pueden explicar a otras personas, son de una compresión extremadamente compleja por ello soy un convencido que si no lo has vivido nunca logras siquiera dimensionar que significan en realidad. Pero Vallejos tuvo la gran virtud de poder reflejar en pocas palabras toda esa dimensión del sufrimiento, pudo en verdad comprimir el Universo en un átomo.

Han pasado varios meses y poco he averiguado del autor del poema, solamente he logrado la conformidad de que su poesía realmente no es de fácil compresión. ¿Pero que me sucedió con Los Heraldos Negros?... quizás simplemente fue un espejo que logró proyectar mi interior, quizás decanté en el algo de mi sufrimiento empozado.

martes, agosto 21, 2007

Agosto, el mes más difícil.

Estamos recién pasando la mitad de año pero pareciera que fuera Diciembre, justo antes de esas semanas en vísperas de las esperadas vacaciones del verano. Que tendrá el Agosto místico que lo torna un mes tan difícil, seguramente nuestros antepasados tenían la película muy clara al respecto y por eso se acuño la idea de lo difícil que es pasar Agosto.

Cada día comienzo a ver con buenos y acosadores ojos esos cinco días de vacaciones que sabiamente dejamos pendiente en el verano, la tentación era grande en aquella fecha para tomarse los 20 días de relativo descanso, pero no era posible ya que había que ahorrar. Ahorrar por alguna eventualidad que el traicionero invierno nos deparara o en su eventualidad para tener la oportunidad a mitad de año de recargar las pilas y así recobrar energías que a raudales consume nuestro amado Diego.

Pero por qué es difícil Agosto, que lo hace diferente a otros meses. No lo había pensado detalladamente pero hoy al hacer una pausa me percaté que son muchos los factores y la suma de todos ellos conforman una pesada carga que se va acuñando invisiblemente sobre nuestros los hombros, acá los paso a detallar:

  • El stress que genera el invierno, el miedo constante y diario a que Diego se nos enferme. Ese estornudo que asusta, ese desgano mal interpretado, el invitado enfermo que nos visita en el momento inoportuno, los viajes en la micro que son un cultivo viviente de virus e infecciones, la espera en las terapias, los cambios de temperatura, o sea un sin fin de amenazas las cuales no todas se pueden manejar.
  • Los seis meses de levantada temprano, sin fin de semana que respete una tregua, ya que ante todo esta primero Diego. Alguien sabe lo que es despertarse los 365,25 días del año antes de las 7:30 de la mañana. ¿De donde sacar fuerza?, simple, mirar al lado y ver los ojos abiertos y despiertos de Diego esperando su alimento, esa compañía que se agradece a Dios cada día.
  • Hibernar forzadamente, el encierro y la rutina de casi 2 meses. Salir no es una opción, la distracción fuera de casa no cuenta ya que una vez más Diego está primero. Una solución sería dejarlo en caso encargado al cuidado de otra persona, pero no gracias esta familia es de 3 y para ser franco es casi imposible estar por mucho tiempo apartado de Diego sabiendo que podemos estar con él. ¿Está mal?, puede ser pero Diego nos necesita a su lado, no lo dice pero estamos seguro nuestra compañía es su mayor tranquilidad.
  • El ocaso del invierno y la llegada de la primavera, algo debe haber en la atmósfera que se inunda de los estertores finales del invierno que trata de rehusar su retirada. Descarga sus últimos días grises, tristes y fríos para dar paso a la alegría del mejor mes de año, o sea septiembre. Comienza la ‘brota’, los días se alargan pero algo de la energía fría y pálida del invierno aún inunda el aire.

Agotado yo, pero más aún agotada Sandra. En otras circunstancias quizás ella ya estaría rendida y sin ganas de seguir pero lamentablemente no es una opción factible, nuevamente Diego está primero, siempre está primero. No es un reproche, por el contrario es una alegría saber que nuestras energías no se gastan en banalidades, sino que tiene un fin superior que es entregarle el mejor bienestar que nos es posible darle.

Quizás algún día el tiempo nos sobre y no tengamos en que ocuparlo, pero no tendremos reproche ni remordimientos, puede ser. O mejor aún, disponer de infinito tiempo para descansar y disfrutar ya que más temprano que tarde nuestro hijo de seguro nos devolverá la mano. Las horas pasan, los días pasan, las semanas pasan, los meses pasan, los años pasan pero el amor es ETERNO y la ETERNIDAD es la meta.

martes, junio 26, 2007

El ángulo perfecto


El sabroso plato de chuletas de cordero lechón asadas a la cacerola, acompañadas de un exquisito puré picante fue el menú ideal para cargar las calorías suficientes que luego necesitaríamos para capear el frío en nuestro breve viaje a la incipiente nieve caída en la cordillera de la costa. Una vez más nuestro querido Olmué nos invitaba a disfrutar de un paisaje natural abarrotado de aire puro como sólo él sabe regalarnos y por supuesto no podíamos negarnos. Cargamos el auto con los elementos necesarios y partimos calmadamente rumbo al interior ya que disponíamos de todo nuestro tiempo y el día de sol resplandeciente ameritaba disfrutar del paisaje.

Una vez que llegamos a Olmué pasamos a buscar a nuestros acompañantes y dirigimos nuestro rumbo hacia la cuesta de La Dormida, distante a unos 20 minutos del centro. Al poco rato ya estábamos en la cima tomando las fotos de rigor, jugando a tirarnos algo de nieve y moviéndonos ágilmente para no dar tregua al frío. El lugar estaba realmente repleto de automóviles estacionados y en torno a ellos las personas disfrutando del camino cual si fuera un paseo peatonal, sin dar mayor importancia a que por ahí en los días normales circulaban los vehículos a altas velocidades. Inclusive los carabineros que resguardaban el orden no prestaban mayor interés a las diversas infracciones que se cometían pues todo era sólo disfrutar.

El frío comenzaba a calar hondo y estaba a punto llegar a los huesos, el solo desplegaba sus rayos de forma más tenue y la tarjeta de memoria de la cámara indicaba que sólo quedaban unas 5 fotografías por tomar, era el momento de regresar pues el objetivo ya estaba casi cumplido ya que quedaban sólo algunos Mega Byte para inmortalizar algún instante digital. Pero había que quemar todos los cartuchos como dicen por ahí, así que detuve el automóvil por última vez al borde del camino y dirigí el objetivo a una hermosa nube dispuesta justos sobre la cumbre del imponente cerro La Campana y como la idea siempre es tomar más de un ángulo y/o encuadre disparé 4 de las 5 fotos que quedaban, cuando justo en ese momento un señor de edad que llevaba de la mano a su nieta, al menos eso parecía, se acercó al borde de un diminuto abismo y se paró sobre una piedra a admirar el espectacular paisaje que tenía frente a sus ojos, no lo de un instante pues frente a mis ojos estaba la fotografía que salvaría mi fin de semana.

En mis pies, el agua que había caído en forma de nieve ya estaba comenzando a volver a su estado más líquido y se mezclaba con la tierra formando una especia de barro, pero no había caso que erguido pudiese conseguir el ángulo requerido para ocultara el sol que estaba detrás de los personajes a inmortalizar. En cosa de segundos tuve que decidir entre lograr el ángulo preciso para obtener un perfecto contraluz o en desmedro de ello evitar el reto de mi amada Sandra cuando me viera apoyando la rodilla en el suelo humedo, pero mi instinto primitivo de prospecto de fotógrafo de National Geographics dijo otra cosa y la decisión fue que un reto más no se notaría. La posición incomoda, cual postura del yoga para alguien que no lo practica, era la única salida. Pero no tardaría mucho pues era cosa de milésimas de segundo para apretar el disparador y terminar con el sufrimiento, cuando escucho la voz del anciano decir “hija, córrase que el señor está tomando una la fotografía al paisaje” a lo cual raudamente contesto “no se preocupe si uds. pueden salir en la foto” y al terminar de hablar suena el ‘click’.

No tenía una segunda oportunidad, el visor de la cámara indicaba con letras parpadeantes FULL y al tratar de conseguir espacio borrando alguna foto previa los actores principales de mi escena ya no estaban ahí. El instante como el tiempo se desvaneció ante mis ojos, pero tenía la certeza que la única fotografía que logré tomar de seguro no había quedado del todo mal. Llegando a casa descargo los bits en mi computadora y comienzo a revisar las fotos hasta que llego a aquella que tanto me costó captar y al momento de apreciarla si bien concluí que el resultado pudo ser mucho mejor me dejó bastante satisfecho pues en parte había logrado plasmar en una imagen aquella escena que tanto me atrajo, no se había perdido en mi memoria como uno más de los recuerdos sino que por el contrario estaba ahí frente a mis ojos nuevamente.

Luego compartí mi anécdota-experiencia con algunos amigos de afición quiénes me incentivaron a escribir esta breve historia, la cual comparto con quines llegan a leer mi blog. Estoy seguro no he pasado las penurias de connotados fotógrafos, pero he vivido en carne propia por algunos segundos la flagelo que se siente y el esfuerzo que requiere conseguir la toma ideal.

jueves, febrero 01, 2007

La cultura también discrimina.


Las expectativas iniciales señalaban que debía ser un paseo agradable y simpático, que nos permitiera escapar por algunos minutos de la monótona rutina aprovechando los días de vacaciones que nos regala el mes de Febrero. Con esta idea partimos junto a Sandra y Diego a conocer por primera vez el Palacio Vergara el cual se encuentra ubicado en el mismo recinto del Anfiteatro de la Quinta Vergara, donde se alberga el museo de Bellas Artes de la ciudad Jardín,. Era un día agradable ya que la temperatura no era sofocante como en días anteriores, además de un entorno propicio por los amplios espacios y un ambiente muy placentero decorado por el hermoso paisaje.

Se impone ante nuestros ojos le hermosa arquitectura de estilo veneciano y luego de tomar las fotografías de rigor nos aprontamos a ingresar, pero lamentablemente nos encontramos con los primeros obstáculos ya que los arquitectos de comienzos del siglo XX no eran muy visionarios y no contemplaron en su obra un acceso fácil para personas con algún impedimento para desplazarse, seguramente en aquellos años al igual que hoy la discapacidad no era un tema para preocuparse. Pero al ser un edificio de acceso público pensé ingenuamente contemplaría alguna alternativa que facilitara el ingreso, por ello me acerque amablemente al guardia para consultarte por una entrada para discapacitados para poder ingresar de forma más fácil con el coche de Diego, quién a estas alturas disfrutaba merecidamente de un restaurador sueño luego de las extenuantes sesiones de terapias. De forma diplomática y parca el guardia me señaló que el ingreso era sólo por las escaleras y como argumento me contó que todas las personas ingresan con sus coches por ahí, sin embargo no me quise dar por vencido e insistí nuevamente ante lo cual me señaló que podría existir una alternativa pero era un camino muy largo ya que debía dar la vuelta por casi todo el edificio, además el tendría que tener el tiempo para poder ir abrir la puerta y antes de darme la oportunidad para aceptar el ofrecimiento dio media vuelta sin esperar respuesta. No fue una situación agradable, pero no podíamos permitir que de forma tan fácil una persona poco agradable nos destruyera de golpe nuestro panorama, así con la ayuda de Sandra sorteamos el primer obstáculo y logramos llegar hasta la entrada, es resto debería ser mucho más fácil.

Me aproximo a la encargada de la boletería, una señora de genio bastante parco, para cancelar las entradas cuando me informa que no está permitido el ingreso con coches ya que las ruedas de éstos dañan el fino y muy bien cuidado piso. Conversé con mi yo y me dije “vaya, parece que el estereotipo de los encargados de estos recintos es ser parco y poco amenos, seguramente se debe a la frialdad y amargara que durante años han encerrado las paredes de estos edificios, las cuales ellos absorben inconcientemente”. En vano traté de explicar mi situación entregando como argumentos sólidos que cargar 12 kilos de peso en brazos no es algo menor, que Diego estaba descansando y no era humano interrumpir su sueño, que me explicaran como lo hacen con personas en sillas de ruedas. Ningún argumento era válido, ellos de forma intransigente y fieles a las órdenes dadas habían señalado claramente las reglas las cuales podía aceptar o de lo contrario dar la media vuelta y regresar por el mismo lugar por el cual ingresé. Con Sandra discutimos brevemente sobre que hacer pero los ánimos ya no eran los de un comienzo, sin querer estas personas nos arruinaron nuestro paseo y de paso nos hicieron ver que la discapacidad conlleva discriminación, esa es la cruel y sencilla realidad, nuestra sociedad más allá de los días de euforia, lástima colectiva y generosidad ocasional de la Teletón no acepta y comprende la discapacidad.

Al final optamos por ingresar cargando a Diego en nuestros brazos y dar un recorrido rápido sin poder disfrutar y contemplar con el debido tiempo las obras que teníamos ante nuestros ojos. Nos quedamos con la satisfacción de conocer el lugar y poder disfrutar en parte de aquel que sería un hermoso paseo familiar. Ojala aquellos instantes digitales que alcanzamos a tomar capturen en parte aquella esencia de belleza que nos fue privada.

Por nuestra parte tenemos más que claro que por sencillas que parezcan las cosas en esta vida para nosotros la vara siempre estará algo más arriba, sólo le pedimos a Dios nos ayude a tomar impulso suficiente para poder saltar cada valla que encontremos en este largo y a veces agobiante camino.