Hay golpes en la vida, tan fuertes ...
¡Yo no sé! Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufridose empozara en el alma... Yo no sé!
Son pocos; pero son... Abren zanjas obscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán talvez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre... Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vividose empoza, como charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!
En mi vida había escuchado el nombre de Cesar Vallejo, simplemente por esas coincidencias de la vida llegó a mis manos un libro de bolsillo con algunas de sus poesías. Ocurrió en una reunión - retiro que efectuamos con algunos compañeros de trabajo donde el objetivo era pensar en el futuro, y en la pausa acordada para relajar las neuronas, lo tomé prestado de uno de mis compañeros.
Aún pienso si realmente fue buena idea pues si el objetivo era relajarse, al leer su poesía lograba todo lo contrario. Me era muy difícil poder darle alguna interpretación a los sentimientos que a través de sus palabras deseaba él transmitir, hasta que en un momento llegué al primer poema (es bueno aclarar que nunca comienzo un libro de poesía por el inicio) y me caló en el alma. Lo leí y releí mil veces y cada vez lo encontraba más bello y más cruel, me estremecía el dolor y sufrimiento concentrado en aquel poema y quizás en parte yo también le trasmitía a él mi sufrimiento empozado.
Hay sufrimientos tan fuertes que difícilmente se pueden explicar a otras personas, son de una compresión extremadamente compleja por ello soy un convencido que si no lo has vivido nunca logras siquiera dimensionar que significan en realidad. Pero Vallejos tuvo la gran virtud de poder reflejar en pocas palabras toda esa dimensión del sufrimiento, pudo en verdad comprimir el Universo en un átomo.
Han pasado varios meses y poco he averiguado del autor del poema, solamente he logrado la conformidad de que su poesía realmente no es de fácil compresión. ¿Pero que me sucedió con Los Heraldos Negros?... quizás simplemente fue un espejo que logró proyectar mi interior, quizás decanté en el algo de mi sufrimiento empozado.